Entre 1939 y 1952 aquí fueron fusiladas
1.717 personas bajo el régimen
franquista, entre ellas once mujeres.
Normalmente eran trasladadas desde
las prisiones en grupos de veinte personas
y ejecutadas por un piquete de la Guardia Civil en el parapeto de tres
metros de alto por cuarenta de largo
situado en la playa; la sangre teñía
la arena de rojo hasta que el agua la
hacía desaparecer. Los cuerpos serían
tirados posteriormente al Fossar de
la Pedrera.